Según la filosofía naturista enfermamos cuando, ante un cambio (sea el que sea), nuestro organismo genera una respuesta de desadaptación y sanamos cuando disponemos de la energía (fuerza vital) para adaptarnos a ese cambio.
Nuestra ENERGÍA depende, a su vez, de nuestro PARADIGMA VITAL personal (lo que conocemos como “terreno”), es decir, del equilibrio existente entre varias dimensiones interrelacionadas entre sí: física, mental, emocional, social y espiritual.
Cuando hablamos de enfermedad suele haber factores que se escapan a nuestro control. Pero, de la misma manera, también hay otros (y muchos más de los que creemos) en los que podemos influir, los cuales impactan directamente sobre nuestra fuerza vital.
¿Qué está en nuestra mano hacer, desde cada una de estas 5 dimensiones, para trabajar nuestra energía?
Antes de nada, me gustaría que supieras algo. Cada persona posee sus propias respuestas basadas en sus propios recursos. Y estos siempre serán los más poderosos. Nunca habrá nadie que sepa más de sí mismo que uno mismo. Solo que para acceder a ellos debemos aprender antes a observarnos y escucharnos. De ahí la importancia del autoconocimiento. Por ello, de las opciones planteadas dentro cada dimensión, la última (la opción abierta) siempre será la más importante, pues te invita a que reflexiones y a que busques las propias respuestas que se encuentran en tu interior esperando a ser encontradas.
Y ahora… ¿Qué puedes hacer en la dimensión FÍSICA para trabajar tu energía?
DIMENSIÓN FÍSICA:
- Depurar el organismo: ¿Cómo de sobrecargado sientes tu cuerpo?
Los órganos emuntorios son aquellos que se encargan de filtrar y eliminar las sustancias de desecho y las toxinas de nuestro organismo. Los emuntorios primarios son el hígado, los riñones, el intestino, la piel y las mucosas. Y los secundarios, el sistema circulatorio, el sistema linfático y los pulmones.
Al igual que los filtros de un coche, nuestros órganos emuntorios necesitan limpiarse de vez en cuando. A parte de las implicaciones obvias que puede tener en nuestra salud mantener los órganos emuntorios sobrecargados con toxinas, a nivel energético tiene un impacto tremendo. Nuestra energía se estanca y deja de fluir. Nos cuesta movernos y tener claridad mental. Nuestros pensamientos se vuelven espesos y entrar en el bucle de la negatividad se nos hace mucho más sencillo.
Podríamos hablar de muchas señales que podemos observar en nuestro cuerpo que nos están indicando si nuestros órganos necesitan limpiarse, como por ejemplo el aspecto de la piel, la calidad de las digestiones, el color de la orina, la gestión de los líquidos, etc. Sin embargo, prefiero compartir la siguiente anécdota. Cuando estudiaba Naturopatía recuerdo muy bien la respuesta que dio una de mis profesoras cuando le preguntamos cómo saber si nuestros órganos necesitan depurarse:
“Si sientes que tienes energía en tu día a día y quieres salir a bailar es que estás en el momento de nutrir. Si, por el contrario, el cuerpo te pide constantemente quedarte en casa, es que es necesario depurar”.
Con los años he ido verificando una y otra vez la enorme sabiduría escondida en esa sencilla frase y la relación existente entre la energía y la sobrecarga de toxinas de nuestro organismo.
¿Alguna vez has observado como fluctúa tu energía tras varios días de excesos? Por ejemplo, después de las navidades, si has comido y bebido demasiado durante varios días seguidos.
Por tanto, para sentirnos con vitalidad, es esencial limpiar nuestro organismo cada cierto tiempo. Y en el fondo, da igual si lo hacemos en primavera, en otoño, en verano o en invierno. También, si llevamos a cabo una depuración en profundidad de varios meses o de solo unas semanas. Si lo hacemos con plantas, con suplementos, con la alimentación o con sales de Epsom. Como siempre, todo depende de cada situación personal, siempre recordando que “lo perfecto es enemigo de lo bueno”.
- Nutrirte: ¿Cómo es tu manera de alimentarte? ¿Qué alimentos has observado que te aportan o te restan energía?
La digestión es una función muy importante de nuestro organismo que consume mucha energía. Y energía que secuestre la digestión es energía que no puede ser destinada a otras funciones (como por ejemplo al sistema inmune cuando se encuentra resolviendo una infección o a la reparación de estructuras cuando nos encontramos convalecientes).
Todo aquello que haga que nuestras digestiones sean pesadas y la comida esté horas y horas dando vueltas en nuestro sistema digestivo nos dejará débiles, cansados y desmotivados. Todo aquello que, por el contrario, conduzca a una digestión eficiente que no requiera de muchos recursos y que nutra en profundidad nos ayuda, no solo a generar energía sino también a no derrocharla.
Como ya habrás observado, cada persona es un universo único y no tiene sentido generalizar con lo que “es adecuado o no es adecuado comer”, sin embargo es cierto que el cuerpo necesita por un lado proteínas y grasas principalmente cuya función (entre otras) reside en formar múltiples estructuras en el cuerpo (no hay más que pensar en la membrana plasmática de los millones de células que forman nuestros tejidos) e hidratos de carbono en menor medida y, por otro lado, vitaminas y minerales, los cuales son esenciales para que las reacciones bioquímicas se lleven a cabo adecuadamente. Toda alimentación sostenida en el tiempo que nos lleve a la carencia de estos macro y micronutrientes restará energía en nuestro organismo. Por el contrario, toda alimentación que contenga diariamente estos nutrientes en una proporción equilibrada nos conducirá a una mayor vitalidad.
El número de comidas, la cantidad ingerida en cada comida, o si la fuente de nutrientes es animal o vegetal es muy personal y desde mi punto de vista es un gran error caer en la generalización. Quizás resulte más interesante reflexionar sobre la energía potencial que contienen esos alimentos. ¿Cuál es la vitalidad que guardan en su interior? No es lo mismo un alimento congelado, que ha perdido su energía vital, que uno germinado, que conserva en su interior todo su potencial vital.
Desde hace unos años somos cada vez más conscientes de la calidad del agua que bebemos y de los alimentos que llegan a nuestra mesa, conteniendo pesticidas, colorantes, conservantes, antibióticos, compuestos estrogénicos y demás sustancias nocivas que en la época de nuestros abuelos no estaban ahí. Desde mi punto de vista, de poco sirve angustiarse, enfadarse o deprimirse frente a lo que se nos escapa a nuestro control. Solo nos servirá para alimentar estados mentales y emocionales de sufrimiento. Estemos más o menos de acuerdo vivimos en el mundo en el que vivimos y desde ahí, si queremos, siempre tenemos la oportunidad de emprender alguna acción más grande o más pequeña, cada uno desde las posibilidades que tiene a su alcance, para mejorar en este sentido. Desde tener un pequeño huerto propio donde cultivar las propias verduras, comprar alimentos a productores cercanos, o simplemente adquirir una cantidad asumible de productos ecológicos. En general se consideran alimentos con mayor capacidad de nutrir, aquellos con un bajo nivel de procesamiento (no refinados), cercanos, y de temporada. Estos contienen un mayor potencial biológico (energético).
En cuanto a hábitos saludables, solamente mencionar que masticar lentamente tomando consciencia del momento presente, agradeciendo y sintiendo como esos alimentos nos nutren y nos llenan de energía, ayuda a que las digestiones sean más eficientes y no me cabe absolutamente ninguna duda de que nos acabarán proporcionando una mayor vitalidad.
- Dormir: ¿Cómo es la calidad de tu descanso?
A menudo se habla del número de horas que debemos dormir, pero me atrevería a decir que por encima del número de horas que dormimos se encuentra la calidad de esas horas de sueño. Me ha pasado infinidad de veces el levantarme de la cama después de 8 o 9 horas de sueño (a veces incluso más) con la sensación de no haber descansado y, por el contrario, haber dormido 6 horas (o incluso en ocasiones menos) y sentirme completamente descansada y recargada de energía. Más que de dormir se trata de descansar. Y resulta imprescindible. Dicen que el organismo puede estar 40 días sin comer y entre 8 y 10 días sin dormir. Pero ¿y cuando dormimos sin que este descanso sea reparador durante largas temporadas de tiempo? ¿Te imaginas los efectos que puede tener un buen descanso sobre nuestra energía?
Cuando dormimos es cuando nuestro organismo aprovecha para regenerar estructuras internas poniéndose en marcha multitud de procesos de reparación. Con el descanso se liberan también determinadas hormonas importantes para modular determinados procesos y estados de ánimo. Y por supuesto nos recargamos de energía.
Más adelante veremos algunas pautas para descansar mejor. Y a ti, ¿qué se te ocurre que puedes hacer para mejorar la calidad de tu descanso?
- Moverte: ¿Cómo es tu actividad física diaria?
A parte de los numerosos beneficios que conocemos para la salud de nuestro cuerpo y mente, el ejercicio físico (sin necesidad de que sea deporte) realizado de forma diaria impacta directamente sobre nuestra energía.
¿Has observado cómo cambia tu energía o la de las personas que te rodean después de un simple paseo de media hora? ¿Qué ocurre con esa energía cuando pasas temporadas sin realizar ningún tipo de actividad física?
Personalmente, en ocasiones he llegado del trabajo muy cansada, con ganas de meterme directamente en la cama, y al realizar ejercicio físico he sentido como mi energía se regeneraba y expandía a lo largo de todo mi cuerpo.
Dar un paseo, saltar, nadar, correr, trabajar con el propio cuerpo, bailar, hacer yoga, etc. Básicamente mantenerse activo, moverse. Recordemos que el movimiento es energía y la energía es vida. Basta con bajarse del autobús cada día un par de paradas antes de llegar a casa o con mover el esqueleto bailando en casa como cuando éramos niños. Te animo a que busques tu propia manera de mantenerte en movimiento todos los días.
- Llevar a cabo prácticas y/o terapias físicas y energéticas: ¿Con cuales crees que conectas tú?
Existen multitud de prácticas y técnicas que nos pueden ayudar a recargarnos de energía. Desde sencillas técnicas de relajación y respiración, pasando por distintas terapias con sonido, aceites esenciales, agujas, masajes, Flores de Bach… o practicando Reiki, Chi Kung, yoga, meditación, etc. Afortunadamente existen muchos recursos y cada persona puede elegir aquello con lo que más conecte.
Más adelante iremos viendo algunos de estos recursos y de qué manera podemos usarlos para trabajar nuestra energía.
- Y ahora el punto más importante: ¿Qué otro recurso se te ocurre a ti en la dimensión FÍSICA, dentro o fuera de los puntos que ya hemos comentado, que pueda ayudarte personalmente a trabajar tu energía?




